– Escrito por William Magaña del equipo de Cáritas, Santa Ana- Soy Nancy y tengo 33 años. El caserío donde vivo, en las montañas del municipio de Apaneca en El Salvador, siempre ha sido zona cafetalera; pero desde hace unos 8 años ha sido devastada por la enfermedad de la roya. Mucha gente ha tenido que salir a buscar trabajo en Ahuachapán, Sonsonate, algunos a San Salvador y hay quienes se han ido para los Estados Unidos. Mi esposo y yo decidimos quedarnos aquí, buscando trabajo en las fincas, donde ganamos apenas unos sesenta dólares a la quincena y, aún así, a veces no hay trabajo porque los dueños de las fincas grandes ya no quieren invertir. En esta situación se sufre para conseguir lo más básico para la familia.
Nosotros hace un par de años comenzamos a trabajar con Cosecha Azul y el proyecto ASA. Atendemos una parcela de café y también sembramos granos básicos (maíz, frijol y algunas hortalizas), pero no siempre ha sido así y tampoco ha sido fácil. La asistencia técnica nos ha servido mucho para sembrar en nuestras parcelas café, con variedades más resistentes a las enfermedades. Esto me ha gustado mucho, porque estamos aprendiendo cosas importantes en todo el proceso. Hasta nos han llevado a conocer otras experiencias que nos han permitido aprender cómo procesar nuestro café. Las plantas de café ya nos están dando algunos granitos, pronto venderemos las primeras cosechas. Ya hemos hecho enlaces con los dueños de la finca Las Isabellas, del beneficio Tequendama, aquí en San Pedro Puxtla, y estarán comprando nuestro café a un mejor precio en esta temporada. También han venido a visitarnos compradores de los Estados Unidos y ellos han visto cómo estamos organizados. Les hemos contado que tenemos una Asociación de Cafetaleros y que gracias a las buenas prácticas en las pequeñas fincas no solo producimos café sino que también cuidamos las fuentes de agua y el suelo.
Walter y yo participamos también en el proyecto de ASA donde nos han dado asistencia para mejorar la producción de frijol y maíz, en un terreno ubicado en el caserío El Limite. Tenemos una parcela que nos permite sembrar y cosechar maíz y frijol. Ya llevamos 2 años que no compramos ni un grano, pues hemos aprendido que si cuidamos la tierra nos dará alimento sembrando, dedicando nuestro tiempo y no quemando. Este año obtendremos 25 qq de maíz criollo y 8 qq de frijol, el cual es suficiente para alimentar a nuestra familia y hasta para vender un poquito.