-Escrito por Mar Martín- Hoy queremos presentar una iniciativa salvadoreña de reforestación nacional (Plantatón) y aprovechar la ocasión para debatir sobre el enfoque que la respalda. Su objetivo es sensibilizar y unir esfuerzos en la búsqueda de la recuperación de los mantos acuíferos y la fertilidad de los suelos. Por eso estamos cerca de esta iniciativa y CRS, con su enfoque ASA, se alinea a todos estos actores. CRS ha participado en las discusiones del Grupo de Restauración de la CONASAV, y se identifica con sus ejes de intervención (Gestión integral del riesgo para la reducción de desastres y cambio climático; Gestión de conocimiento y cultura de sustentabilidad; Fomento de la transformación productiva y Fortalecimiento de la institucionalidad pública).
Un enfoque que integra medioambiente y agricultura
Si uno piensa en la reducción de las emisiones GEI, una considerable proporción de estas emisiones están vinculadas a la deforestación, pero también la agricultura es un importante emisor. En este punto es donde la campaña de reforestación se relaciona íntimamente con nuestros objetivos y nuestra visión. El estado de deforestación en el país (así como en parte de la región) no mantiene la cobertura vegetal necesaria para sostener la seguridad hídrica ni la fertilidad del suelo. Prácticas sostenibles para el manejo del suelo y el agua, así como la recuperación y fortalecimiento de los sistemas productivos agroforestales y silvopastoriles, representan una alianza fáctica para este objetivo. Nuestros esfuerzos se alinean con la campaña y, en general, con el resto de los actores aliados a este fin. De los 13 790 352 árboles plantados en la campaña del año pasado, 12 412 791 fueron árboles de café.
Los resultados que CRS está obteniendo en el campo, a través de los programas que tiene en El Salvador, todos ellos alineados con el enfoque ASA, demuestran que se logra una subida de rendimientos, positiva para la seguridad alimentaria de la familia; que se registra mayor resiliencia ante eventos de sequía o variabilidad climática; y que estamos en camino de mostrar los beneficios para los recursos de agua y suelo. Es decir, que estas medidas pueden aumentar la capacidad para prevenir, atender o recuperarse de los eventos climáticos que amenazan la vida y los bienes de la población y, con ello, remediar su vulnerabilidad.
Plantatón en el contexto de una acción urgente
En una lectura rápida de algunos documentos elaborados por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales que he encontrado, comprendo la necesidad inminente de buscar opciones. La recapitulación de la experiencia que el país ha ido acumulando en los últimos lustros es totalmente clara al respecto. Entre 1960 y 1990 sufrieron un ciclón por década; en la de los 90 sufrieron cuatro; en la del 2000 siete; y de 2009 a 2015 vivieron siete años ininterrumpidos de pérdidas: 3 por inundación y 4 por sequía. Es claro el incremento en la frecuencia, duración e intensidad de los fenómenos climáticos, así como los cambios en su distribución. Además, estos impactos se traducen en una baja progresiva de la productividad agrícola, la consecuente inseguridad alimentaria, la reducción de áreas aptas para café y otros cultivos económicamente rentables -incluso para granos básicos- o migraciones climáticamente forzadas.
En estos documentos se muestra que el cambio climático resulta un gran obstáculo para sostener el crecimiento y aspirar a un desarrollo económico. Los eventos climáticos extremos han golpeado mucho más a los pobres; pero, como leo en el documento conceptual de PREP, ha puesto en riesgo casi al 90% de la población, al 95% del territorio nacional y al 90% del PIB (Germwatch, 2010).
Una visión de largo plazo hacia la restauración
Los alcances de esta visión son de largo plazo y nosotros compartimos esta visión. Buscan la adaptación ante el cambio climático pero su punto de mira es la restauración.
En coherencia con esta estrategia, nuestro nuevo programa ALRI busca las oportunidades para la restauración y los beneficios que ésta podría aportar a los ecosistemas y paisajes. Estratégicamente, coincidimos con el Plan en el rol fundamental del fortalecimiento de los mecanismos de gobernanza para la sostenibilidad de los procesos de restauración de manera articulada. En su primera etapa, el Plan se concentra en evitar el cambio de uso de suelos (que significaría la deforestación completa) de los pequeños remanentes de bosques y sistemas agroforestales (café de sombra). Sin duda, la conservación y promoción de los sistemas agroforestales de café o cacao representan en los programas con enfoque ASA una oportunidad para la recuperación y resiliencia económica, social y medioambiental.
En los sistemas productivos en los que esto no es posible, la intensificación de prácticas para el manejo y la conservación de suelos y agua se orienta en el mismo sentido. La idea es garantizar que los recursos del ecosistema nos ofrezcan lo que necesitamos para un desarrollo social y económico más balanceado y sostenible. Si mediante todas estas acciones logramos una mayor reserva de carbono, esto representará un cobeneficio de mitigación, no el único resultado buscado. Porque el planteamiento que traemos hoy al blog prioriza la mejora en las condiciones de vida entre las poblaciones más vulnerables.
¿Por qué debemos restaurar y reforestar?
El foco está puesto no simplemente en reducir los riesgos asociados al cambio climático, sino en fortalecer la seguridad. Si se reduce la vulnerabilidad del país asociada a la degradación ambiental y a la pérdida de cobertura arbórea en zonas críticas, se garantiza la provisión de agua; la productividad de los suelos, incrementando los rendimientos de manera sostenible a mediano plazo; y la construcción de mayor resiliencia ante los efectos del cambio climático.
Enfoque de Mitigación basada en Adaptación
Finalmente, hace unos días, les proponíamos una lectura sobre la Adaptación basada en Ecosistemas, hoy con Plantatón podemos hablar de un giro de enfoque relacionado: La Mitigación basada en adaptación (MbA). MbA supone reorientar la visión de todas las actividades, incluidas las prácticas agropecuarias o el manejo forestal, bajo la lógica de la adaptación que dictaría qué, dónde y cómo se promueve. Las medidas de adaptación en el tiempo y el espacio terminarían contribuyendo a la mitigación, no al contrario. Una propuesta conceptual que nos ayuda a reflexionar sobre nuestras metas de largo plazo en esta plataforma de aprendizaje colectivo que es nuestro blog de Agua Verde.
Mientras tanto, alentamos el esfuerzo colectivo de la Plantatón y agradecemos la oportunidad de colaborar con todas las organizaciones e instituciones que nos acompañan.