-Escrito por Eduardo Lovo, Proyecto Raíces Ahuachapán, El Salvador-
“Cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad”. Laudato si’ 208
Los humanos necesitamos comenzar a vernos como un solo organismo: él, ella… yo. Todos estamos conectados por la misma esencia divina. Si tú estás bien, yo lo estoy; y viceversa. Pero esa empatía es uno de los aspectos más difíciles de lograr en estos tiempos. El deseo por avanzar individualmente nos ha separado de la visión colectiva, en la que todos, como un solo elemento natural, estemos bien.
La restauración de la fuente de agua en La Labor, Ahuachapán
En este sentido, traigo a este blog la experiencia del proyecto Raíces en Ahuachapán con la restauración de la fuente de agua. Durante octubre de 2019, diez comunidades de la Hacienda La Labor se unieron para poner en práctica el principio del bien común. Decenas de personas vieron la necesidad e importancia de reparar la fuente de agua que les abastece de este elemento tan esencial para sus vidas. La fuente estaba contaminada, azolvada y agrietada.
Ana Guerra, del cantón Chipilapa, comenta que “Es necesario que todos nos involucremos a cuidar nuestro medioambiente, nuestra casa común. Yo creo que cada uno de nosotros va a entender el mensaje, eso es lo que queremos, que esto se mantenga, y que sea además un lugar turístico para que la gente pueda venir, no solo de este lugar, si no de otros lados”.
El proyecto implicaba la suspensión del servicio de agua potable para más de 10 mil personas. Algunos manifestaron su descontento a pesar de la necesidad y otros muchos se abstuvieron de participar; pero quienes se involucraron con la mejor de las intenciones, han podido ver el potencial del trabajo comunitario.
Un esfuerzo que implicaba al gobierno local, actores diversos organizados e incluso hermanos lejanos
Todo esto sucedió gracias a la formación de una mesa de gobernanza que pudo unir a las personas de la comunidad, instituciones internacionales, gobierno local, iglesias y escuelas, bajo un objetivo común.
Para solventar la ausencia de agua potable, la Alcaldía de Ahuachapán contribuyó enviando pipas a las diferentes comunidades durante las dos semanas que duró la ejecución del proyecto; y otras instituciones que forman parte del movimiento Raíces Ahuachapán contribuyeron con materiales y apoyo técnico.
Algunos familiares que se encuentran en otros países también se sumaron a este esfuerzo, aportando económicamente para el pago de la mano de obra de personas que debían ser contratadas para culminar el proyecto.
Erica Solorzano, que también vive en la zona y participó activamente en el proyecto, declaraba: “Nos hemos unido para poder tener más agua y más limpia, porque sabemos que este es el único vertiente que le ha quedado a La Labor”.
El trabajo colaborativo de la comunidad
Después de vaciar la pila, se iniciaron los trabajos de limpieza y reparación de la estructura (que data del año 1869). Se distribuyeron las tareas. Un equipo removía el fango, troncos y otra suciedad del suelo. Otro equipo hacía una cadena transportadora humana que les permitía desplazar la suciedad fuera de la fuente de agua. Finalmente, otros equipos trabajaron restaurando y pintando los muros internos o construyendo una glorieta y mejorando el acceso al lugar.
Una experiencia que busca una transformación
Poco a poco, durante las dos semanas que duró el proceso, la fuente de agua se fue transformando. Sin duda, también la vida de quienes pusieron todo su esfuerzo se verá transformada.
Esta experiencia nos muestra que es imperativo que la humanidad vuelva a encontrar el camino hacia la unidad, porque “la unión hace la fuerza”. Y en estos tiempos de tanta escasez, necesitamos más que nunca esa fuerza para poder restaurar nuestras sociedades.
No cabe duda de que, si logramos saltar esta barrera del individualismo, habremos encontrado el camino para crear un futuro próspero: para humanos, animales, plantas y los demás elementos de la Tierra; como el suelo mismo y el agua. Pero necesitamos dejar de pensar en el yo como un ser individual y aislado, porque ese yo no puede existir en ausencia de los demás. Si yo hago el bien para el resto, me hago bien a mí mismo.