La productividad del agua al reducir la evaporación e incrementar la infiltración, la retención de agua en el suelo y el agua disponible para las plantas.
La materia orgánica en el suelo, fundamental para mejorar la salud y fertilidad del suelo.
La retención de agua, por más tiempo aumentando la disponibilidad de agua para los cultivos, especialmente durante prolongados períodos sin lluvia, y disminuyendo las pérdidas en la cosecha por escasez de agua.
La resiliencia de la finca y del sistema agrícola frente a condiciones climáticas adversas como sequías, eventos de precipitación extrema y altas temperaturas.
El retorno de inversión generando un aumento de los ingresos netos como consecuencia del aumento de la productividad y la reducción de costos en la finca.