-Escrito por Ericka Dubon, especialista en comunicaciones, Honduras-
“Ya tiempo inicié, pero no es lo que tengo lo que quiero, sino que quiero algo más y es mucho camino el que falta por recorrer”
Hace 5 años una idea se instaló en la mente de Wilson Sánchez: tener su propia casa y ser capaz de cultivar su propia comida. Junto a su esposa construyeron un hogar y a su alrededor sembraron diferentes tipos de plantas. Jamás imaginaron que su sueño trascendería y que llegaría a convertirse en una exitosa “finca integral”.
La nombraron “Finca Integral la Bendición” porque “estamos convencidos de que es una bendición de Dios poder trabajar y estar trabajando de la forma que lo estamos haciendo, integrada porque tenemos diferentes cultivos y también la integración de la familia, que es algo muy importante que debemos manejar”, explica Wilmer.
Ubicados en la comunidad de Cholúnquez, aldea de Tenango, Gualcinse, Lempira, a sus 30 años Wilmer y su familia no se preocupan por comprar sus alimentos o por la calidad de estos; pues a su alrededor lo tienen todo y además orgánico. Él comenta que “si nosotros cultivamos nuestros propios alimentos nosotros sabemos lo que estamos comiendo, no estamos comiendo algo que está demasiado infectado con químicos. Es algo saludable”.
La finca está integrada por plantas medicinales, ornamentales, frutales: café, maíz, frijol, rosa jamaica, ajonjolí, frijol soya y hortalizas (mostaza, chile, pepino, tomate, rábano, frijol de habichuela). También tienen vacas (implementando sistema silvopastoril), peces (tilapia roja, tilapia negra y Rocky Mountain) y gallinas ponedoras.
Wilmer está consciente del cambio climático y, desde que forma parte del programa Agua y Suelo para la Agricultura (ASA), implementa en sus cultivos prácticas de manejo y conservación de suelo. “La práctica más importante que hemos manejado en el maíz es el manejo de rastrojo en el suelo, entre más materia orgánica hay, tenemos más humedad”, menciona.
En el 2018 no llovió durante 35 días y Wilmer pudo identificar que las parcelas que tenían cobertura en el suelo pudieron sobrevivir. “Las posturas donde no había nada, que estaba la pura tierra, a como todo el mundo acostumbra a dejarlo, esas se murieron por completo y se perdió la cosecha completa”, relata.
Se produjo un cambio significativo en la producción de su finca desde que aprendió el adecuado distanciamiento de la siembra y la fertilización aplicando las 4R. Ahora cosecha el doble: de maíz alrededor de 7 cargas y de frijol 5 cargas.
También aprendió a no mantener ganado en las parcelas de maíz y frijol. Él afirma que “aquí todo el mundo acostumbra que cuando pasa la cosecha se recoge el maíz y el frijol, y todo el mundo dice «a echar el ganado» a esos terrenos, y el ganado lo deja pelado. Cuando empieza a llover toda la capa fértil del suelo se lava”.
En la producción de café, Wilmer comenta que su visión es cosechar un café orgánico, libre de químicos y que sea saludable. Recientemente, en una capacitación que impartieron técnicos del Comité Central Pro Agua y Desarrollo Integral de Lempira (COCEPRADIL) aprendió a elaborar “bocashi”, un abono orgánico que se obtiene a partir de la descomposición de desechos vegetales y animales, en diferentes proporciones.
El manejo de sombra es otra práctica que implementa en el cultivo de café. Esto permite que la planta reciba la cantidad de luz solar adecuada, regula la disponibilidad de agua y ayuda a mitigar los periodos prolongados de sequía. Además contribuye a mantener la fertilidad del suelo y reduce la erosión.
Wilmer visualiza su finca en 5 años con más diversificación, con un elevado rendimiento y productividad. Sus expectativas y familia le motivan cada día a aprender y trabajar aún más.